2014/07/02

Segunda y ¿última? carta al hombrecito

Yo también estoy sola en la madrugada. Suelo estar así aún cuando no quisiera. Pero la soledad es una vieja compañera, que se materializa para que pueda palparla. La soledad es mi cigarrillo, mi vaso, mi tinta, mi papel, mis líneas..a veces también, es un cuerpo amante que se vacía de sentimientos al terminar la noche.
¡Es tan fugaz el paso de los sentidos y tan perdurables sus huellas! Así como el amanecer parece irse en un instante, y los rayos te acompañan el resto de tus horas. ¿Podrías explicarme las paradojas que encierra ese placer?
Debo confesarte mi tristeza. Esa otra compañera fiel, que prefiero a unas cuantas personas. La disfruto, como disfruto compartir algunas cosas de las que amás. Decime, ¿amás la tristeza? ¿Sentiste su belleza invadir las miradas, las manos, las palabras?
Si te escribo una secuencia de sentimientos inexplicable, debería pedirte perdón. Hoy te escribimos mi tristeza y yo, aunque no parezca estar tan triste.
A veces creo escuchar tu corazón por detrás del verbo. Escucho lentamente como mis voces recitan todo lo que el paso del tiempo dejó aquí. Rio un poco. ¡Ah, la risa es un señuelo de la lágrima! Vuelvo a reír, y a escuchar. Mis voces nunca se callan. Ríen tristemente en el infierno de mis recuerdos. Creo que no me quedó nada. Más que mi corazón, y mis manos pobres.
¿Poseés todo el amor junto y apretado en un puño, para soltarlo en un instante y desatar la lava candente de la razón?
Quizás en mi tristeza encuentres la respuesta, hombrecito.

De las cartas al hombrecito

¿Cuántas veces te sentiste solo? ¿Cuántas tu alma sacudió todas tus infinitas sonrisas para regalarte su llanto dulce y callado? ¿Alguna vez escuchaste a tu corazón, por encima de los sonidos del mundo..?
Parezcas lo que fuere ante la gente, ante mí sos como un gran signo de pregunta elevado al universo. Decime, hombrecito: ¿Sentiste alguna vez como tu locura galopa tus venas y se eleva hasta tu frente, desatándote como un caballo salvaje, sin mirar alrededor, sin pensar en lo que fue ni en lo que fuíste? Si es así, mirame.. Ah, tu mirada lo dice todo, cuando tus ojos son racimos de estrellas que eclipsan la noche.
Lo sé. Sé que no es fácil hablarme, menos aún entenderme. Pero es que en la esfera de la madrugada me vuelvo un tanto bohemia, como tu alma hombrecito, aunque quizá no te des cuenta. ¿Podrías amarme en un suspiro, en un abrir y cerrar de lágrimas? Tu mirada dibuja ángeles terribles en el espacio, tu ser contempla como Apolo los atardeceres devastados.. mientras yo me pregunto si tu sabiduría adivinará lo que escondo. Si, tal vez te esté desafiando, mi mensaje está aún escrito en mi rostro, ¿podés leerlo? No creo que te asombre, sí quizás asustarte.
¿Serías capaz de amar a alguien como yo? ¿Serías capaz de contener en una mano todo mi dolor, mis eternos barriles de amargura? ¿Podrías sofocar el eco de viejos llantos gimiendo por las noches, acariciar las palabras rotas que aún no he escrito y se escapan como arena entre los dedos cuando grito? Tendrías que haber sentido lo que he sentido yo, tendrías que preguntarle a alguien lo mismo que te pregunto yo.
Después de todo..¿qué estoy haciendo? Quizá nunca vuelva a verte, y mis incógnitas resecarán hasta morir en el recuerdo de esta madrugada. Pero sé, que vas a responderme antes que acabe mi intriga y se fatigue la memoria. 

lnspiración

Son esas tantas noches de alcohol y tristeza el cóctel perfecto para echar luz a poesías que asoman de mi alma y suben como un manantial de sangre hasta mi voz que las recita. Jamás descubriré el misterio de las notas de sus estrofas, la cruel melodía que entonan como buscando un par de ojos tristes que vuelvan a llorar.
¿Vas a llamarme bohemia sólo porque estoy rota? ¿Tan sólo porque el amor me dejó a la intemperie de una noche de fracasos, en mi ventana que siempre da al sol oscurecido por su sonrisa? ¿Vas a pensar que enloquezco como un tango sólo porque sus ojos los veo aún en este vaso?
Mi mareo es más dolor que borrachera, y sé que mañana todo esto será una piedra más de este camino de sombras que pueblan mi memoria.

Aún

Aún el cielo me deslumbra.
Siempre veo la sonrisa de la luna, los ojos del viento,
y el alma de los poetas en las estrellas.
Mis temores se impregnan de la dulce incertidumbre que traen las hojas arrastradas por sollozos,
esos que los seres de la noche quitan a los enamorados y a los que abrazan condenas,
los oigo estallar en mi cabeza, con feroz ronquido,
palpito en mi lengua las cosas que no dicen, las cosas que se piensan, las cosas que se lleva el día
ahogando penas, sus calmos rencores, sus infatigables paciencias.
Me siento parte de ellos aún en mi existencia carnal. Abrazo el vacío que la inmensidad genera.
Y cuando el éxtasis quiebra esta impaciente, febril ofrenda nocturna de mi alma a las estrellas, algo me devuelve a la vida, algo clama en el furor lánguido de la neblina espesa: tu nombre, que vuelve siempre como un dardo envenenado a dar vida a las cenizas, tu nombre triste que tanto amé, tu nombre flotando entre las rosas marchitas de esperarte, tu nombre callando todo lo que la noche dice, tu nombre ahogando en un beso el amor que no fue.
Tu nombre que aún a veces me deslumbra como el cielo.
Tu nombre que fue amuleto ante el hechizo de la adversidad.
Tu nombre que ya no me atrevo a pronunciar.

Cantar del anochecer dormido

El cantar del anochecer dormido, voz sin balcones ni tristezas.
Sólo un llanto de amargura que se apaga en el horizonte, al igual que el sol inquieto.
En la boca, algo así como un dolor me aqueja,
mi boca sin temores ni esperas, que siente fallecer por unos labios,
y mis manos que tiemblan alzándose saladas,
queriendo atrapar en la montaña el amor que ya ha partido.
Tan sólo me queda la luna,
y en mi alma que se esconde su luz despierta
pareciera recitarle una plegaria.
He coloreado el paisaje de ilusiones, casi sin dormir mi corazón se quiebra.
Ahora sólo tengo la tristeza, y el cielo,
y las montañas.
Y van cayendo mis sueños muertos
antes que llegue la mañana.

Salvaciones

¿Quién me salvará hoy?
¿Un ángel radiante,
un fantasma de la muerte,
un ser amigo,
unos ojos que miran con algo de cariño?
¿O alguien que tal vez me necesite?
¿O tendré que abrir esa puerta
e intentar que el alcohol
una vez más me nuble la vista hacia mi tristeza,
y delire otra vez desatando
algo de mi misma
conformándome con pensar
que mañana será otro día?

Jugando con sueltas palabras

Se te olvidó decirme aquello de tu
cobarde impaciencia, de tu absurda calma.
Esperé por siglos este tiempo.
Esperé, en la lejanía de mi puerto gris, subiendo y bajando los portales del cielo a tu capricho, a que vengas a buscar esta tristeza,
este clamor de libertad,
esos pocos sabores dulces.
¿Te faltaba valor, acaso, para enfrentar la tormenta que acababas de desatar?
Desnudaste al sol un día. Cuerpos vacíos te rozaron aquel verano.
Sólo te quedó el corazón, que delata esta paciencia perpetua sin entrega.
Y la noche se fue, ni rastros de tu furia maldita,
ni huellas de aquel fuego que nunca quemó.
El río desborda su propio cauce, la muerte agazapada espera.
Yo sólo tengo vida cuando vuelven esas noches, que ya desterraste por otro inalcanzable sueño.
Se te olvidó que aún espero, que es mío este sitio, este dolor.
Que sólo a mí me pertenece esta historia.
No fui otra víctima de tu mordaz cacería de almas, ni pienso sentir un latido más en mi oscura pasión.
El pesar se diluye en los torrentes de la sangre nueva.
Sólo tu nombre me trae amargura.

Lejanías

Tal vez escuches en los murmullos de la noche
el eco de una voz quebrada,
un gemido que es casi una plegaria.
Palabras que retumban tristes e inciertas.
Tal vez entre las sombras percibas
otra sombra que escapa y a la vez avanza,
unos ojos inquietos, apagados,
una sonrisa eterna, obligada.
Unas manos que se retuercen, unos pies que tambalean.
No sé si sabrás que cada noche duelen las estrellas.
Que la lluvia es cada vez más densa y más amarga.
Que el viento sopla melancolías inmensas.
Y no hay ruido, ni alegría, ni bullicio
que pueda sofocar su pesadumbre.
Esa es mi voz que intenta gritar su silencio.
Esa es mi alma que huye de ilusiones y retorna a la esperanza.
Son mis ojos que ciegan ante el llanto mudo.
Es mi sonrisa que destella de pobreza.
Son mis manos que abrazan lo que no tienen.
Mis pies que vagan su destino.
Y es la noche entera, que conjura,
y ya no sé si se apiada
o sólo te aleja de mí.

Del querer triste

Mis lágrimas van llenando ese mar que guarda el hueco de tus ojos
Mis manos van acariciando ese tejido de amor que tienen las tuyas
Mis besos van volando a la guarida de tu boca
Y todo es tan triste, sin embargo,
que mi corazón se aquieta en la neblina de tu alma
para sólo decirte que te quiere,
y tiembla

2014/06/12

De la lluvia y el adiós




Me preguntaba que hacía yo bajo la lluvia. Por qué desperdiciaba el tiempo sometiéndome a la intemperie. Al tiempo me ofrecía un lugar bajo su techo, y con ironía me invitaba a responderle a sus ojos ávidos de caricias. Temblando de frío, más aún de tristeza, le dije:
Aún llueve más en mi pecho, y truena más en mi cabeza, en mis ojos relampaguea la ira como lanzas de fuego, mas la miel que brota de mi sangre endulza mi boca y mis manos.
Me miró sin entender, y pretendiendo un desacuerdo entre su corazón y su instinto, todavía me escuchó implorar:
Dulce y rabiosa lluvia, en tus brazos arcanos busco el perdón que el sol se lleva consigo, cuando ilumina la razón, y desvanece los instintos..
Amargado y sin castigo, incapaz de ver su recompensa, se alejó despacio, engañando sus pensamientos con un fallo absurdo, gimiendo obviedades cuando ya no le importaba mojarse. Todavía, viéndolo alejarse y sabiendo que nunca volvería a escuchar sus pasos, le grité en silencio:
No me verás más que envuelta en sangre y néctar, llorando de furia, mientras te amo en la tormenta.

2




Volteo porque escucho mi nombre
en el eco de ese niño que te habita,
en el encanto que le devolviste a la noche
y en el amor que amanece por debajo de tus párpados.
Volteo y encuentro al hombre que no quise ver.
Al ser en que tu linaje te ha convertido.
Al capricho del mundo, y el sueño de aquellos
que no habitarán el cielo.
Al mendigo de pasión que decició resguardarse
de la tormenta
apagando sus vientos.
No me pidas que no llore.
Yo no amo a ese hombre.

Olvidos incompletos


Sólo estoy vertiendo el agua del adiós, y el vino del olvido, sobre las calles, las cosas, los papeles, las ternuras, que han llegado a la luz tenebrosa de una muerte delirante, la muerte de aquellos que fallecen empapados del Destino.
Pero no hay olvido en la Lava, en el incierto, en la Prosa ni en el último gesto, no hay olvido allí donde se camina junto a las estrellas.
Está en la condena del que espera, porque no puede olvidar y lo sabe posible, porque ha llamado de testigo a una estrella, porque lleva el universo consigo...

Ratos incompletos



Si partía el corazón, para que colme de sangre a sus venas vacías, y quedaba entonces a la vera de un río brutal, desangrando
sonrisas que sólo eran las alas de un puño..
Tal vez caerían ahora mis palabras como mariposas muertas, apenas rozando la languidez de un vuelo, alimentando la llama de un viejo rencor marino.
Y así rompería cada hebra, 
cada retazo de piel, 
cada una de las lenguas que nunca forzaron los estruendos, las caídas;
quedaría entonces a la orilla del mar sereno temblando de espanto y de frío,
como tiembla una gaviota vacía, 
como tiembla la carne
saboteada por puñal,
como tiembla el perenne latido de un corazón herido.

Para olvidar I

Si hubiese apartado una compasión inentendible, llenado mis arcas sólo de deseos y no de pensamientos, sin callar la sangre, sin negar mi voz...
Tal vez estaría en pie, quizás lo más hermoso se hubiese quedado aquí y no en la orilla de los difuntos arroyos del olvido...
Pero es tarde, y tengo que partir.-

Untitle

Fue mi sangre más brillante, mi pasión más dolorosa. Mi verdad más cruel, mi mentira más grande.. El Cielo y el Infierno, el Mar y más allá..
Por aquel secreto que guardan los astros, por aquella rosa azulada que marchitó pero mantiene su encanto..
Él, que supo ser mi Rey mendigo, y me coronó de espinas regalándome la eternidad, con la llave que sólo guardan los pobres, los locos, y los sabios.

Quien soy..

Caótica, andariega nocturna.. sin tumbo y sin vela, sin paz ni pálpito de amor, escondida en la conocida tiniebla del terror sátiro, pulcra de vejámenes y hondas durezas, sólo con su voz, su luz, su extraña razón, y su sonrisa..

Ángel oscuro

Suelen ser los ángeles más oscuros, los que llevan la antorcha de la vida: su secreto y potestad. Y suelen ser los necios quienes les hostigan y les atan, coronándolos como Satán ...
De tanto en tanto se rebelan: nada les cuesta poco, sufren, gimen, lloran, causan y contemplan masacres, ejecutan siniestras ardides con tal de salvar el mundo; mas rompen los lazos de fuego, consiguen escapar. Así sucedió con el mío: por su redención, yo tuve que aceptar una pérdida mundana, un oficio cabal, y un desquicie honorable en la corte de un loco. Esquirlas del tiempo, y algunas sombras en el alma.. su prontuario le pesaba más que la Tierra misma... Sospecho que nunca en realidad, quiso abandonarme. Sólo quiso descansar, dejar de ser un ángel maldito, mi temido ángel maldito, por un momento prolongado. Camuflarse en mí, y en todos, ser Carne y Alma, y Resplandor, y Deseo. De a ratos sobrevolaba mis horas titubeando, observaba quien era yo en realidad. No creo haya decidido seguirme, tal vez si, invadirme. Nadie nos avisó que los tiempos del Cielo no son los nuestros. Que las horas transcurren en ese plano paralelo donde construímos la Guerra, sondeamos la Paz, y veneramos la Muerte.
Nadie nos dijo que estaba prohibido. Que podíamos fundirnos, quemarnos, volar muy alto. Y ahora, atrapado, Mortal, no debe saber volver. Extraviado, ansiará mi regreso. Me encarno una vez más, pero no puedo llegar a él. Está tan cerca, que no puedo tocarlo.
Además, me pesan mucho las alas, olvidó decirme cuán rotas están.
Ya los percibo, ya los siento.. vienen tras de mí, hacen rechinar sus cadenas, golpean con furia sus palos, acechando. Estoy cansada, si, pero debo seguir huyendo. Hasta encontrarlo. Ya sus gritos me ensordecen. Están muy cerca. Vuelven a desgarrarme. Y aquí vienen de nuevo, puedo oírlos.. "Satán.. ¡maldito Satán..!".
¡Allí estás..! Me apropié de tus ahora maltrechas alas. El caos terrenal después de todo me sienta bien. No temas por mí. No tengo ya tiempo, ni juicio, ni esperanza, ni dolor, tal vez sea la libertad. Cuidado, pueden vernos. Es mejor así. Corre, huye, libérate. Estoy contigo, ahora y siempre.