Si partía el corazón, para que colme de
sangre a sus venas vacías, y quedaba entonces a la vera de un río brutal,
desangrando
sonrisas que sólo eran las alas de un
puño..
Tal vez caerían ahora mis palabras como mariposas muertas, apenas rozando
la languidez de un vuelo, alimentando la llama de un viejo rencor marino.
Y así rompería cada hebra,
cada retazo de
piel,
cada una de las lenguas que nunca forzaron los estruendos, las caídas;
quedaría entonces a la orilla del mar
sereno temblando de espanto y de frío,
como tiembla una gaviota
vacía,
como tiembla la carne
saboteada por puñal,
como tiembla el perenne latido de un
corazón herido.
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