2009/06/25

Un tiempo y una flor

Aquella noche simplemente me ahogué..rebalsé de sudores impensados y lágrimas a tiempo.
¿Por qué, acaso, el destino se empeña en que la fantasía de la niña viaje hasta el infinito de los pensamientos de ese hombre? Pero algo, sublime y etéreo, le dice que sí.
Hay veces que se es cruel y tirano con el tiempo..se lo deja deslizar sobre los días sin sentido. Se lo ahuyenta con cantos y rimas risueños y vacíos. Pasa, casi inadvertido, sobre la mente que sólo registra determinadas horas.
Llega un día, un día donde el tiempo quizá regala, otorga una ceremonia sin rencores, un aliento inconcebible nos dice que ese día no será otro igual al que estábamos recordando..

¿Y qué siente la niña? Siente los ojos que velan su pensamiento. La mirada casi inalcanzable de la experiencia encarnada, sobre ella, dentro de ella, la mirada que soslayada y pasional atraviesa el compás, para estrellarse en su espalda. Siente la amargura de un pasado no confeso, dos o tres recuerdos que pueblan un alma caída y litúrgica. Un aliento solapado y febril sobre la nuca... Arroyos de lava que estallan antes de llegar a su pecho, altivo y sediento. Senderos de piel deshecha, de dulces perfumes y carnes sospechadas. Tristezas del mismo infierno invaden el aura de celo entre ellos. Tristezas de alcanzar lo que se quiere en el momento menos pensado, y como siempre inoportunamente.
Llora la canción de lejos, llora largamente en el desenfreno...

La sonrisa final es más austera, quizá cómplice, no menos sangrienta. Un enjuague de almas, desechan los oblicuos roces de sus mentes en el tiempo en que deben callar. Los demás son cosas, con nombres, y palabras, y virtudes tal vez. Ella lo disfruta, porque no sabe, porque desconoce, que a veces el tiempo le regala flores a quien no sabe contemplarlas. Y su flor marchita ciertas tardes, y renace en noches arduas, cuando abre un paraíso de cantares y aguas remotas, velas y llamas y vasos derramados.. un olor a sábanas sucias la desvela cada vez, que sus deseos vuelan...
Mientras él vuelve a deshojar el tiempo con sueños que lo atacan en las madrugadas oscuras, en la debilidad de sus puñales y sus sombríos deseos, volando otra vez, aunque no quiera, hacia la estrella perdida de sus ayeres, hacia la magia que le resucita el gastado corazón...

La niña está ahí, contemplando al hombre. Aún no se da cuenta que es ella misma, y no él, la que invade su espacio, su infinito, su flor ardiente...

1 comentario:

  1. Esto está más que sublime Vero!!!!!. ¿Cómo mierda hacés para sorprenderme día a día?. Abrazo de oso para mi oda. Christopher.

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